(Sí, es el artículo de Diagonal).
De vez en cuando surgen polémicas respecto a si una investigación policial se ha llevado a cabo de forma adecuada o no. Pero claro, las dudas suelen venir de personas sin experiencia en estos asuntos. No es mi caso: estuve a punto de hacerme detective privado, pero lo desestimé al no encontrar gabardinas de mi talla. También me compré un libro de criminología y tengo previsto leerlo en algún momento.
De vez en cuando surgen polémicas respecto a si una investigación policial se ha llevado a cabo de forma adecuada o no. Pero claro, las dudas suelen venir de personas sin experiencia en estos asuntos. No es mi caso: estuve a punto de hacerme detective privado, pero lo desestimé al no encontrar gabardinas de mi talla. También me compré un libro de criminología y tengo previsto leerlo en algún momento.
Gracias a este amplio bagaje, estoy en
condiciones de exponer los seis puntos básicos que ha de seguir
cualquier investigación detectivesca:
1. Identificación del culpable. Hay
que seguir el instinto. Si uno abre el periódico y lee la noticia de
un asesinato, en seguida sospechará (acertadamente) de alguien, por
algún detalle que le delata: está calvo, saluda a los vecinos,
viste raro o es mi amigo Nacho, que me debía 33,50 euros justo por
la época del delito.
2. Examen de la escena del crimen. A
mí la policía no me dejó ni acercame, pero seguro que hubiera
encontrado algún indicio: un 9 en una puerta que en realidad es un 6
descolgado, una mancha en la moqueta o la tarjeta de visita de Nacho.
Si no hay pruebas, se pueden inventar, siempre y cuando estemos
seguros de que el sospechoso es culpable (el fin justifica los 33,50
euros). Yo me lié y conseguí una prueba que demostraba la hipótesis
de Riemann. Fui el matemático más famoso del mundo durante doce
minutos, hasta que alguien se dio cuenta de que había cometido un
pequeño error: todos los números estaban mal.
3. Interrogatorio del sospechoso.
A ser posible, esposado y en un habitación mal iluminada. Hay
que hacerle preguntas como: ¿Dónde estaba usted la noche en la que
me prestó el dinero? Yo no he dicho que fueran 33,50 euros. ¿De
dónde saca esa cantidad? Por desgracia, no se dejó encerrar. Sólo
le pude enviar las preguntas por whatsapp. Quedaron sin respuesta.
4. Interrogatorio de los testigos.
Bastan las dos o tres preguntas
más indicadas, de acuerdo con nuestro objetivo: ¿Cuánto
dinero le debía Nacho a la víctima? ¿Ves a Nacho capaz de matar
con tal de no saldar sus deudas? ¿Mi vida corre peligro? La única
respuesta que obtuve fue: “¿Quién es Nacho? Déjeme en paz”.
Testigos amenazados. Típico de Nacho.
5. Arresto del culpable y embargo de
su cuenta corriente. Cuando
la policía vino a decirme que dejara en paz a esos señores,
aproveché para pedirles que arrestaran a Nacho, ya que mi vida
corría peligro. Insistieron en que aquel supuesto crimen no había
sido más que un accidente de tráfico sin víctimas. Cuando les
pregunté si cabía la posibilidad de que alguien hubiera cortado el
cable de los frenos, los agentes se miraron extrañados. ¡Menudos
inútiles! ¡Nacho estaba jugando con ellos!
6. Campaña mediática para asegurar
que el juez condena al sospechoso. Lo suyo hubiera sido pasear
por las televisiones y explicar mi terrible experiencia, además de
protagonizar crónicas en prensa seria con escalofriantes titulares
como: “Aguerrido detective resuelve crimen, salva su vida y
recupera botín”. Pero sólo pude escribir cartas a todos los
diarios (sin publicar) y abrir un blog
(aguerridodetective.blogspot.com).
El caso acabó bastante bien: conseguí
que Nacho me devolviera el dinero y que no volviera a hablarme jamás.
Aunque sigue en la calle.